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Marta Liria valdría como ejemplo de lo que antaño se denominaba como
JASP (Jóven Aunque Sobradamente Preparada). La tarraconense es una pieza
importante en la maquinaria del Sant Gabriel, equipo
que lucha por alcanzar el objetivo de clasificarse para la Copa de la
Reina, sino que disfruta de la pasión de ayudar a los más pequeños.
Ilusión, motivación y trabajo como cóctel perfecto.
Marta Liria (Tarragona, 1990) comenzó a jugar al
fútbol a los cinco años compartiendo campo con los chicos. A los 18 años
debutó en Primera División con el Barcelona, club en el que militó tres
temporadas antes de pasar por el Nástic de Tarragona y fichar el pasado
verano por el Sant Gabriel. "De cada etapa se aprende y guardo buenos
recuerdos", destaca Lilo, como se la conoce en el ámbito futbolístico.
"El apodo me lo pusieron cuando tenía 14 años. En Catalunya tenemos una
tarjeta sanitaria en la que viene una numeración y cuatro letras que
corresponden a las primeras sílabas de tus apellidos. Un día se me
ocurrió sacarla antes de un torneo y a mis compañeras les hizo gracias:
Li (Liria) - Lo (López). Como había otras dos Martas en el equipo, me empezaron a llamar así y hasta hoy. ¡Marta sólo me llama mi familia!", explica.
Marta confiesa que tiene dos ejemplos de los que aprender: Leo Messi y Sonia Bermúdez.
Del primero destaca "su capacidad para definir dentro del área" y de la
segunda "una futbolista a la que me encanta ver jugar y a la que admiro
porque me parece muy completa". Internacional con la selección Sub'19
que jugó la ronda final del Europeo de 2008 en Francia, a Lilo le
encantaría volver a vestir La Roja algún día. "Nunca he dejado de
trabajar para poder hacerlo y el esfuerzo del día a día es mi tarjeta
de visita. A todo el mundo le gustaría jugar en esa selección y ojalá
que algún día pueda hacerlo", sueña en voz alta. De momento mantiene los
pies en el suelo. Vive, juega y aporta su granito de arena en el Sant
Gabriel.
En los pocos ratos libres que tiene le gusta pasar tiempo con su
familia, su gran apoyo. El fútbol ocupa gran parte de su vida. Como le
pasa a muchas de sus homólogas, le toca compaginar el ejercicio de su
profesión con los estudios -está a punto de terminar INEF en la
Universidad de Barcelona- y el trabajo de readaptadora y rehabiladora
con las niñas del club. "Es mi segunda pasión. Mis compañeras me llaman La motivadora
porque siempre estoy pendiente de recuperar a las niños. Mi función
consiste en que las jugadoras que se lesionan cojan la forma física y el
ritmo de competición lo antes posible. Me encantan los peques y
disfruto mucho del trabajo con ello", comenta. A pesar de su juventud,
se muestra como una mujer madura y realista con la situación que vive el
fútbol femenino en nuestro país. "Sé que vivir de esto es muy difícil.
Aunque no pueda ganarme la vida con ello, es importante para mí tener un
mínimo de profesionalidad. Cobrar un sueldo y que me paguen el alquiler
del pis y la carrera es una ayuda que agradezco", sentencia.
¿Profesionales? "En la medida de los posible, pero trabajamos para
avanzar poco a poco en este aspecto", finiquita.