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lunes, 6 de agosto de 2012

La campeona mundial, finalista olímpica (1-2)

La selección de Japón se convirtió en la primera finalista del Torneo Olímpico de Fútbol Femenino Londres 2012 tras imponerse 2-1 a Francia en el partido disputado en Wembley el lunes 2 de agosto. Las vigentes campeonas mundiales pelearán por la medalla de oro el jueves 9 ante la vencedora del duelo entre Estados Unidos y Canadá. 

Los nervios de una semifinal se hicieron notar en el ritmo lento con el que arrancó un partido que careció de acción en las áreas en la primera mitad. Francia propuso más pero le falló el último pase y Japón aprovechó bien un grave error de la portera francesa para pasar al frente. La capitana nipona Aya Miyama envió un tiro libre desde el medio campo al área que se le escapó de las manos a la arquera Sarah Bouhaddi. El balón le cayó a la espalda, justo donde se encontraba Yuki Ogimi para empujarlo al fondo de la red a pesar del esfuerzo de Sandrine Soubeyrand por despejar sobre la línea (0-1, 32’).
Japón golpeó de nuevo al inicio del complemento, otra vez por intermedio de un balón parado. Miyama volvió a colgar el balón al área y allí Mizuho Sakaguchi lo cruzó con un potente y preciso cabezazo (0-2, 47’).
Sin otro remedio, Francia se volcó al ataque con un juego contundente y ordenado. La entrada de Eugenie Le Sommer le dio un nuevo impulso. La jugadora del Olympique de Lyon logró recortar distancias con un gran remate de medio lado tras una asistencia por la derecha de Elodie Thomis (1-2, 76’) y minutos después provocó un penal que no pudo capitalizar Elise Bussaglia: su remate, pese a engañar a la arquera, se perdió besando el poste.
La presión francesa coqueteó con el empate en los instantes finales del encuentr, pero chocó una y otra vez con la cerrada defensa de las Nadeshiko que, sin embargo, pudieron sentenciar el partido en un contragolpe en el 89’ que Ogimi estrelló en el poste. En el descuento, Fukumoto selló una brillante actuación bajo palos con una gran parada tras un disparo a bocajarro de Wendie Rennard, y desató la alegría en el banquillo nipón.